Esta semana escuché algo que me dejó pensando y reflexionando, “somos honestos desde el ego”.
Comencé a verme y a recordar cuándo puedo decir que soy verdaderamente honesta y cuándo lo hago desde el ego. Y esto fue lo que fue develado:
Muchas veces decimos, soy muy honesto conmigo mismo, soy honesto con los demás, justifico la honestidad cuando siento que estoy haciendo lo correcto, es lo justo, es lo adecuado, es lo que yo espero de mí mismo y lo que creo que esperan los demás.
Bueno pues adivinen esto es honestidad desde el ego.
Ahhhh! Pues si estoy conceptualizando la honestidad y la estoy comparando con las acciones y los resultados que espero, sigo tratando de encajarla en lo correcto.
La perfecta honestidad no se limita a lo que digo, hago o pienso, es la unidad o congruencia que hay entre estas tres, no entra en conflicto con nada, no tengo que justificar nada, simplemente es un estado de confianza absoluta, donde el momento me permite ser espontánea, real, auténtica, es un espacio donde no hay conflicto conmigo mismo ni con los demás, en ningún nivel.
La perfecta honestidad te permite experimentar paz, nada es un desafío, no tengo que demostrar nada a nadie, ni siquiera a mí mismo. Es un espacio de absoluta seguridad, confianza, sin juicios. Juzgar implica que me engaño a mí mismo, falta de confianza y adivinen… de honestidad.
Ahora me permito sentir y ver desde donde está surgiendo la honestidad.
Claudia Gómez
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