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¿Se puede cambiar de mirada?, por Marina Galán



Se dice que los 3 Principios no son prescriptivos, sino descriptivos. Lo que esto quiere decir es que no son una colección de recetas, técnicas o estrategias para lograr un objetivo específico, sino la explicación de cómo funciona algo. Esto hace que los Principios sean fundamentalmente diferentes a todas las otras disciplinas con las que nos podemos encontrar hoy en día, pero, además, lo que este entendimiento está intentando explicar es, nada más y nada menos, cómo funcionamos los seres humanos, lo cual no es poca cosa.


Intentemos ver un poco más a fondo las implicaciones que este hecho tiene para aquellos que tenemos la incalculable fortuna de vivir en y desde este entendimiento.


El hecho de que los Principios no nos proporcionen “algo que hacer” puede ser increíblemente frustrante, sobre todo al principio de nuestro camino, pues los seres humanos estamos acostumbrados a que desde chiquitos se nos diga qué hacer, cómo hacerlo, cuándo, por qué y para qué. Es más, hasta cuando nos explican cómo funciona algo nos dicen también, por lo menos, por qué y para qué lo tenemos que usar. Esta frustración es real, y más de uno ha abandonado su exploración de los Principios antes de tiempo debido a ella. Es una lástima, pues esa persona se pierde la oportunidad de descubrir algo mucho más profundo: una verdad fundamental sobre sí mismo que podría llevarlo al corazón mismo de su potencial y que podría contestar no nada más la pregunta que en ese momento trae, sino muchísimas otras que dictan su experiencia de vida.


Ahora, más allá de esa frustración natural, los 3 Principios nos ponen en la situación peculiar de adquirir un entendimiento profundo de cómo funcionamos que, a su vez, nos obliga a caer en cuenta de la absoluta libertad que tenemos, que siempre hemos tenido, de utilizar nuestros recursos internos para crear nuestra propia experiencia de vida, nuestra propia identidad, nuestra propia realidad, y de al mismo tiempo encontrar en ellos nuestra muy personal solución a los retos que enfrentamos. Pero con la absoluta libertad viene la absoluta responsabilidad, y en ella podemos sentirnos solos, sin guía ni acompañamiento en nuestras decisiones. Caer en cuenta de nuestro inmenso poder creador puede asustarnos, sin duda, pero al mismo tiempo, es lo único que puede liberarnos de viejos paradigmas que ya no resultan adecuados para la realidad presente y, al tiempo, empoderarnos y otorgarnos la claridad que necesitamos para crear, ahora sí, lo que verdaderamente deseamos en nuestras vidas.


El tema de fondo es que el entendimiento de los 3 Principios, al reconocer la perfección del diseño natural innato de los seres humanos y los ilimitados recursos internos que conlleva, reconoce también que las respuestas perfectas para cada persona no pueden venir sino de su propia capacidad de tener revelaciones, de su propia sabiduría interior. Justamente por eso, porque conocen y respetan lo que enseñan, los Principios no pueden pretender enseñar la respuesta que tú o yo necesitamos. Al contrario: lo único que pueden hacer es invitarte a mirar en tu interior para que puedas caer en cuenta de que ahí tienes todo lo que necesitas, todo lo que siempre has necesitado o necesitarás, pero que quizá lo has estado utilizando para crear lo que no querías o no te servía, como inseguridad o resentimiento.


Al ayudarnos a ver que nuestra mejor posibilidad no estará nunca en el exterior, en la experiencia de alguien más, en la revelación de otros, sino en nuestra propia sabiduría y recursos internos, los Principios hacen posible un íntimo conocimiento de nosotros mismos y las peculiaridades y tonalidades con las que nuestro propio sistema se comunica con nosotros para guiarnos en nuestro día a día. Resulta interesante caer en cuenta de que como resultado natural de ello, desarrollamos una robusta confianza en nosotros mismos, un inquebrantable respeto a nuestra intuición, un profundo amor a nuestra persona y una innegable admiración por la perfección del diseño humano que se expresa a través nuestro.


Esto es inmenso, es lo que toda persona en el mundo está buscando, incluso todas las otras disciplinas. La diferencia está en que en éstas últimas se busca lograr a través de técnicas, estrategias, decretos, y los 3 Principios lo encuentran en lo que ya está presente en todos.


¿Se dan cuenta? En el camino que nos lleva a lograr esas cualidades, estamos partiendo de la premisa de que no las tenemos, de que requerirá de esfuerzo, disciplina, perseverancia, quizá hasta sufrimiento y sacrificio, mientras que en el camino que nos lleva a encontrarlas, estamos partiendo de la premisa de que sí las tenemos, pero quizá las desconocemos. En este caso, lo que se requiere es un verdadero deseo de encuentro con nosotros mismos.


Quizá descubramos entonces que no hay nada que arreglar en nosotros, nada que añadir a nosotros, porque no hay nada fundamentalmente mal con nosotros. Nunca lo ha habido. Somos y estamos siempre sanos mentalmente. El diseño es perfecto y bondadoso, tiende al equilibrio y no puede abandonarnos. Lo único que sucede es que cuando no entendemos su funcionamiento no podemos utilizarlo de manera correcta, constantemente estamos malinterpretando lo que está sucediendo en nosotros y no podemos responder de manera adecuada.


Hay un consejo que lleva dando la vuelta al mundo ya varios miles de años y que, se dice, es el inicio de una buena vida: “conócete a ti mismo”. Quizá sea momento de hacerle caso y cambiar la dirección de nuestra mirada y nuestra búsqueda. Quizá sea momento de, finalmente, darnos cuenta de que todo lo que estamos buscando está en el punto de partida. Quizá sea momento de entender que, como dijo Proust: “El único y verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos.”


Marina Galán

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