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Cicatrizando el alma por Carolina Gallardo Barker

Foto del escritor: Carolina GallardoCarolina Gallardo

De repente pensé en un amigo que perdió a su hermano y escribió unas palabras muy conmovedoras en su recuerdo. Me angustié imaginando su angustia... pero luego recordé que, aunque mi padre falleció el mismo año, mis recuerdos ya no me duelen como antes.

 

Claro, me dije, él podría estar bien en este momento y, sin embargo, aquí estoy yo, angustiada, creyendo que lo siente igual que al principio.

 

Miré mi rodilla izquierda, donde dos cicatrices marcaban la historia de antiguas heridas. Ya no dolían, apenas quedaba rastro de ellas. No hice nada para sanarlas, simplemente las dejé curar a su tiempo y a su manera.


¿Cicatriza así el alma? ¡Cicatriza así el alma!



La dejas tranquila, le permites sus momentos de dolor, comprendes que va y vuelve en su proceso. No le preocupan mis tiempos arbitrarios ni mi urgencia. Sana... sana, sana.

 

Nuestras infinitas intervenciones para que algo deje de doler sólo lo complican, alargan el proceso, como si molestáramos la herida sin respeto alguno.

 

Sana, sana, (*) nanita del alma, que, si no sana hoy, sanará mañana. Y de tantas cicatrices, ya no quedan marcas.

 

Sana, sanita, nanita del alma...Que todo se cura, que nada se arraiga, cuando dejas volar las alas francas.

 

Con todo mi cariño. Un abrazo del alma.

 

Caro


(*) En Argentina, le decimos “nana” a una lastimadura.

 
 
 

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