“Dame paz de mi violencia interna”- le dijo ella al mar. “¿No sé a qué te refieres?”- le contestó el mar. Ella trató de expresarse mejor: “No duermo casi, no paro, amo a mi hija, pero me enloquecen sus requerimientos permanentes…me enojo con su padre y luego la ira me come por dentro”.
El mar la besó despacio, con esas sabidurías eternas, le nutrió las piernas fuertes y cansadas, el viento la acarició despacito.
“Te veo madre”- le dijo el mar.
“Estoy hecho de ti, soy coraje, ira y calma. Voy y vuelvo con mis crías al hombro, me agoto de fuerzas y vuelvo a empezar. Tu ira es necesaria como la tierna leche de tus pechos tibios. Estoy hecho de ti: te veo madre, me das fuerzas para seguir rugiendo día y noche, la gente viene a mí por respuestas y yo las hallo en ellos”
La mujer besó a su hija largamente, se rieron con las olas juguetonas, una complicidad única.
“Estoy hecha de ti”- le dijo ella al mar con un guiño juguetón, le sopló un beso coqueto y volvió a empezar de nuevo; cómo todas las madres que son mares.
Queridos todos, quienes con tanto cariño me dejan aterrizar en sus correos o han abierto la página de nuestra 3PESP para echarle un vistazo al blog. ¡Gracias por estar aquí leyendo estas líneas! Llevo dos meses visitando familia, conociendo espacios de mis hermanos en distintos países, creando puentes y abriéndome a conocer sus culturas y sus territorios personales. Entre la Argentina y Brasil, la vida me sorprende invitándome a no saber nada y aprenderlo todo.
Inspirada en el mar frente a mí y las palabras de varias conversaciones con mis hermanos; estas líneas se escribieron casi como si hubieran desembarcado en la página desprevenidamente. Nos vi. Espero que disfruten del sabor de aquello que tiene tantas lecturas diferentes dependiendo de cuándo y cómo lo leemos.
¡Gracias nuevamente por estar aquí! Va abrazo de ola marina.
Carolina