“Puedes saber cuántas semillas hay en una manzana, pero no puedes saber cuántas manzanas dará una semilla” (S. Banks)
No sé si a ti te ha pasado, pero cuantas veces no valoramos los pequeños cambios, detalles, gestos, expresiones o acciones que pueden convertirse en tremendos movimientos internos devenidos luego en transformaciones profundas.
Dicho de otra manera. Me sorprende notar el entramado mágico e incomprensible para nuestro entendimiento lineal y temporal de las causas y efectos de todo lo que la vida pone sobre la mesa.
Voy con un ejemplo para tratar de transmitir un poco mejor la idea. Cuando mi papá murió, yo tenía apenas trece años. Un vecino, con la intención de alivianar el proceso de duelo que vivía mi mamá, le acercó una pila de libros para que leyera. Mi madre sólo leyó un par y descartó el resto. Uno de esos libros descartados por ella llamó mi atención, “Ilusiones” del autor Richard Bach. Lo leí y fue para mí, un gran punto de inflexión en mi vida. Significó el comienzo de mi constante búsqueda de caminos espirituales.
Hoy tengo cincuenta años y la certeza de que el señor González (ese era el apellido del vecino) jamás imaginó ni previó y tampoco se enteró de los efectos que generó su acción de llevar esos libros a una mujer en proceso de duelo. En cambio, yo miro hacia atrás, observando las migas regadas en el camino y puedo poner en una dimensión más cercana, a mi me experiencia, el impacto que tuvo. Y, claramente, es sólo una aproximación, porque sus reverberaciones seguirán, en tanto siga yo respirando. Empiezas a notar a dónde quiero apuntar?
Lo importante, realmente importante para compartirte hoy es: Por favor, nota que, de manera consciente o no, todo el tiempo, estamos sembrando semillas que generarán sus propios frutos, los conozcas o no.
En el camino de una exploración más profunda de la experiencia humana, a la luz de Los Tres Principios, voy procurando que esas semillas que voy sembrando sean del árbol del amor, la aceptación, la compasión, de todo lo bueno, noble y bello que puedo encontrar en mi corazón y, por consiguiente, en el de cada ser humano. No importa si seré testigo o no del fruto de esa semilla. Quizás no me corresponda verlo, pero no por eso, dejará de dar frutos.
Alguna vez leí por ahí que las sociedades maduras son aquellas en las generaciones más viejas siembran árboles aun sabiendo que nunca se sentarán a su sombra.
No subestimes el poder de una semilla. Nunca, jamás ni en un millón de años. Tú y yo somos el efecto de otras semillas sembradas con anterioridad.
En esta maravillosa profesión de acompañar a otras personas en el camino hacia una vida mas disfrutable desde su propio autoconocimiento, no deja de sorprenderme el impacto que tienen expresiones dichas tiempo atrás y que hoy comienzan a germinar. No conozco ni todas las causas ni todas las consecuencias, y nunca, en esta vida lo sabré, sin embargo, mi papel de sembrador de buenas semillas trato de llevarlo adelante de la mejor manera que me sale.
Y este “puesto” de sembrador de buenas semillas está siempre necesitando nuevos sembradores. Entonces, sabiendo que tú también estás en este rollo de sembrar, procura ver la calidad de las semillas que compartes ¿Cómo? simple, que sea tu sentir el que te guíe. Las semillas de bondad, de amor, de claridad, etc. Se sienten rico cuando son sembradas. Esas, que de manera consciente arrojamos al huerto de otra persona, que sean de la buenas y estar en disposición a que siempre sean de esas, aun las que sembramos de manera inconsciente.
La invitación, como siempre, es desde la más absoluta humildad y mirada compasiva para con nosotros mismos. No se trata ahora de auto flagelarse cada vez que me doy cuenta de que dejé una semilla con sabor amargo. No, va por ahí. Ya el simple hecho de notarlo hace una diferencia. Sólo procuremos, en la medida de nuestras posibilidades ser sembradores más conscientes de nuestra tarea irrenunciable de sembrar. Y ya, el resto, no nos corresponde. Sólo estar en disposición. Quédate tranquilo, tranquila y disfruta. Hay una Fuerza y Sabiduría incomprensible que nos muestra el paso a paso y entreteje los frutos de todas las semillas. Hagamos lo nuestro, como semillas y como sembradores que la cosecha es abundante.
Hasta aquí, mi pequeña y breve semilla. Sabrá Dios de su alcance y sus frutos. Enhorabuena que así sea.
Te mando un abrazo, paz y el deseo de que cada día elijas ver un bello día.
Con amor
Alexis Copello
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