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El poder de tus creencias, por Charo Camino

¿Alguna vez has sentido que no podías alcanzar tus sueños, a pesar de esforzarte al máximo?

 

Durante años, creí que mi falta de éxito se debía a la mala suerte o a circunstancias ajenas a mi control. Sin embargo, al observar mis pensamientos más de cerca, descubrí que había una creencia arraigada que me saboteaba.

 

Todos sabemos la importancia de observar nuestros pensamientos. Cuando me enfado, o cuando me siento mal siempre los observo para ver qué pensamientos me están llevando a sentirme así. Llevo años haciéndolo y he aprendido mucho de ello.

 

Pero estos días he ampliado más mi observación. No me he limitado a observarme cuando me siento mal sino en todo momento, siempre que puedo. Esta observación me ha llevado a ver muchas creencias que no sabía que tenía y la importancia que tienen en nuestras vidas. Al igual que un iceberg, la mayor parte de nuestras creencias permanecen ocultas bajo la superficie, influyendo en nuestras decisiones y acciones sin que seamos conscientes de ello.

 

Crecí escuchando frases como: "El dinero no cae de los árboles”, “El dinero se gana con trabajo duro" y recuerdo que no les hacía mucho caso. Pero el oírlo, muchas veces sin saber, va calando en ti y acabas adquiriendo esas ideas como propias. El dinero se gana con trabajo duro. ¡Puff! Yo siempre envidiaba a esas personas que incluso en sus primeros trabajos, aunque no fuera el de sus sueños, eran llevaderos o cómodos. Echando la vista atrás, me di cuenta de que yo nunca tuve un trabajo cómodo.

 

He trabajado en cosas muy dispares y que ganaba más o menos dinero, pero todos tenían en común que eran trabajos duros, de esos que la mayoría de gente no quiere. Es más, cuando un trabajo, comparándolo con los anteriores consideraba que era más cómodo, o me pagaban mucho “para lo que hacía”, ese trabajo me duraba un suspiro.

 

Da igual las condiciones que tuviera, que considerara que eran injustas, yo no me quejaba porque es un trabajo y el trabajo es duro. Envidiaba a las personas con trabajos cómodos y yo no los tenía porque inconscientemente me saboteaba, eran mis creencias las que me impedían tenerlo.

 

Darme cuenta de ello, me ha abierto un panorama diferente. Cuestionar nuestras creencias es como abrir una ventana a un nuevo mundo de posibilidades. Al darnos cuenta de que nuestras creencias no son verdades absolutas, sino simplemente interpretaciones de la realidad, adquirimos el poder de cambiar nuestra vida.




 

Ahora puedo darme la oportunidad de conseguir el trabajo de mis sueños y poder renunciar a los que considero duros.

 

Pero no sólo ha afectado a mi trabajo sino al resto de áreas. Parece mentira que una sola idea pueda afectar tanto a nuestras vidas. Actuamos conforme a esas ideas que ni siquiera somos conscientes y no podemos evitar mientras no las veamos.

 

Desde el día en que la vi, ando más atenta a ver más, a ver que otras creencias tengo, y he visto algunas más.

 

Lo mejor de todo es que no tengo que hacer nada. Muchos dicen que para eliminarlas hay que cambiarlas por otras creencias potenciadoras, que nos animen a hacer algo y no nos paralicen. No hace falta. Las creencias tienen un gran poder en nosotros porque son inconscientes, no sabemos que dirigen nuestro comportamiento, pero en el momento que las vemos, que podemos cuestionarlas y ver que ya no nos valen, pierden su poder. Volverán a aparecer porque llevan mucho tiempo con nosotros, pero ahora que las hemos visto, que sabemos que están ahí podemos buscar una respuesta diferente, una respuesta consciente. Sólo eso lo cambia todo.

 

En resumen, la práctica constante de la observación de los pensamientos nos permite tomar consciencia de nuestras creencias y cuestionar su validez. Al hacerlo, no solo quitamos el poder a esas ideas, sino que también transformamos nuestras vidas.


Charo Camino

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