Últimamente he vivido momentos donde viene a mí la siguiente pregunta: ¿Esto es importante? ¿Suficientemente importante para acaparar toda mi atención? Esta reflexión se está produciendo constante y consistentemente para revisar el peso que le doy a temas que me han quitado el sueño, que me distraen, que me mantienen en algún estado alterado de consciencia.
Rememoramos lo que nos preocupaba cuando niños y podemos hasta reírnos de ello; escuchamos sus pequeñas dificultades y podemos fácilmente colocarles un “todo va a estar bien” o “saldrás adelante de ello”, ya que en nuestro marco de referencia personal sabemos que, con el tiempo se sentirá menos importante. ¿Por qué? Porque volteando a ver el pasado notamos que lo solucionamos, lo brincamos e incluso… no lo brincamos y, sin embargo, no pasó nada.
Recuerdo que cuando era niña me sentía imposibilitada de aprender a cruzar las calles, el tiempo me demostró que ese miedo sólo estaba en mi cabeza y, sin embargo, ahora puedo tener alguna preocupación equiparable a lo que se sentía al no saber cómo hacerlo, sólo ahora le pongo otro nombre y puedo reconocer cómo se siente (y cómo solo está en mi cabeza).
Esto me ha llevado a considerar situaciones extremas y concluir: lo que me aqueja hoy no será importante mañana, incluso hay veces que tengo una mala sensación y … ya se me olvidó de dónde venía, entonces utilizo la memoria para atraer ese pensamiento que me produjo el malestar, ¿Por qué? ¿Qué tal que era importante?
Soy consciente de que mientras esté viva será inevitable cualquier clase de sensación (la tristeza, el amor, la alegría y otras 900 más…) y que muchas de ellas trataré de evitarlas en vez de transitarlas como quien sabe que están temporalmente en todo camino. Me voy a preocupar miles de veces más, no obstante:
¿Qué es eso que reiteradamente atraigo a mi catálogo de preocupaciones? Puedo regalarme la posibilidad de bajarle tres rayitas, o como se los digo a algunos amigos: “Repítemelo sin drama”. Revisemos lo que estamos pensando, cómo lo estamos pensando, lo que nos está afectando y, en algunos casos, cómo estamos buscando la validación en ello.
Te pregunto: ¿Qué preocupación es suficientemente importante que quisieras mantener hasta el último día de tu vida? ¿Existe? ¿Es real? ¿De dónde viene esa validez para no soltarla y no dejar espacio para el siguiente paso, para el siguiente pensamiento?
Bienvenido e invitado estás al siguiente segundo de tu vida, dejando atrás toda preocupación, míralo de frente que no lo vas a volver a ver. La vida es fugaz ¿Y si hoy fuera el último dia triste de tu vida? ¿Lo disfrutarías? Suelta con mayor facilidad, ríe un poco más y mira más allá de lo evidente; recréate en ti, que placer ser tú.
Isabel Castellanos
Comments