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¿Qué hay más allá del trauma?, por Marina Galán




La conferencia internacional de 3 Principios en el Reino Unido (3PUK) que tuvo lugar la semana pasada arrancó explorando cómo este entendimiento ayuda a las personas a recuperarse del trauma (definido por la Real Academia de la Lengua Española como “choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente”, “emoción o impresión negativa, fuerte y duradera”). Se presentaron historias profundamente conmovedoras, desde aquellas de personas que habían crecido en ambientes fuertemente tóxicos hasta las desgarradoras experiencias de veteranos de guerra, pasando por mil y un variantes, todas impactantes y todas simplemente humanas.

Evidentemente, ningún ser humano en la historia está exento del trauma: todos, sin excepción, hemos sufrido la impresión negativa duradera de algún tipo de acontecimiento en nuestras vidas. Sin ir más lejos, la experiencia del nacimiento es traumática en sí misma. Pero sí, entender cómo es que se crea la experiencia humana sin duda ayuda a liberarnos para siempre de las cadenas, aparentemente inquebrantables, de esas impresiones y a regresarnos a nuestro estado natural de equilibrio y bienestar emocional y psicológico, haciendo posible una vida que antes nos hubiera podido parecer inalcanzable.

Desde esta perspectiva, hace perfecto sentido que Sydney Banks creyera que las personas que tenían el poder de hacer que este entendimiento se expandiera por el mundo fueran los psicólogos y psiquiatras.

Pero la verdad es que, a lo largo de los años, hemos podido constatar que el poder de este entendimiento no se detiene ahí. De hecho, parece haber producido resultados increíbles en todas las áreas a las que se ha llevado: rehabilitación de comunidades, negocios, relaciones personales, rehabilitación de adicciones, deportes, creatividad, resolución de problemas, mediación de conflictos, enfermedades mentales, y un largo etcétera que sigue creciendo año con año conforme los 3 Principios se van expandiendo en el mundo y su efecto se va descubriendo en nuevas disciplinas.

Reflexionando al respecto podemos ver que, en realidad, una es consecuencia de la otra. Es decir, el entendimiento tiene el poder de sacarnos del trauma, sí, y eso ya es algo enorme, pero no deja de ser sólo el primer paso: entender la naturaleza de la experiencia humana tiene el poder de llevarnos mucho, mucho más allá.

Una vez que estamos “más allá del trauma”, una vez que hemos regresado a nuestro centro, al espacio en el que podemos ver todas las posibilidades y elegir desde nuestra sabiduría más profunda, al lugar en el que podemos actuar el 100% del tiempo desde nuestro mayor potencial, entonces no hay manera de saber hasta dónde podemos llegar.

Hay muchas, muchísimas historias que ilustran este hecho. Personas que, después de asistir a un taller de Principios para mejorar ventas, descubrían que sus relaciones familiares se habían transformado al grado de “ya no poder golpear” a sus hijos; adolescentes que después de un curso de Principios para ayudar a mejorar su rendimiento académico terminaban creando proyectos para sanar las relaciones de su comunidad con comunidades vecinas después de generaciones de conflicto, por poner dos ejemplos que me ha tocado ver en primera persona.

El punto es que, de fondo, no tenemos idea de saber de antemano lo que el entendimiento de la naturaleza de la experiencia humana va a hacer por las personas, pero sí sabemos que va a ser algo increíblemente positivo. Al sacarlas de sus hábitos de pensamiento negativos y llevarlas de manera natural a operar desde su mejor y máxima posibilidad, las vidas se transforman de maneras insospechadas, pero siempre para el bien.

Resulta entonces que, más allá de la psicología y la psiquiatría, más allá del tratamiento directo del trauma, todos los que estamos compartiendo este entendimiento de manera activa, sin importar en qué campo nos desarrollamos y a qué ámbitos lo llevamos, estamos contribuyendo a la creación real, puntual, de un mundo mejor, de una realidad más amable, compasiva, incluyente y esperanzadora. Y todos aquellos que viven desde él, aunque no lo compartan activamente, también, pues desde su actuar, enraizado en su máximo potencial, ayudan a elevar el estado de consciencia del universo entero, invitan a otros a entrar en ese mismo campo de posibilidad.

¿A dónde nos lleva, entonces, este entendimiento cuando nos lleva más allá del trauma? A nuestro verdadero ser. A nuestra verdadera posibilidad. A nuestro verdadero llamado. A nuestra verdadera vida.

Lo que hay más allá del trauma, eres tú.

Marina Galán



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