Me llamó la atención tocar este tema porque siento que solemos confundir un concepto del otro o por lo menos así me pasaba a mí. Dentro de esta exploración me gustaría apuntar a la diferencia y la importancia de esto.
Primero que nada, quisiera definir brevemente estos conceptos. Hay una sutil, pero importante diferencia entre la rutina y la cotidianeidad. Rutinario es lo que hace cada persona día tras día, andar por un camino conocido, repetición de algo, hábito de practicar algo de manera automática. En tanto que cotidiano se refiere más bien a la relación que experimentamos con la vida hacia el afuera, lo que le sucede a todo el mundo a diario, es un proceso histórico, social o cultural que lleva a los individuos a construir una realidad colectiva.
Automático…. es una palabra fuerte de expresar refiriéndose a un ser humano, no crees? Como si fuéramos unos robots, todo “controlado” y hasta donde yo sé, éstos, no tienen conciencia. Si por alguna razón nuestra rutina se sale de lo establecido, nos causa incertidumbre y no sabemos cómo abordarlo porque estamos habituados a ello y por ende no vemos otras posibilidades. El vivir este “descontrol”, nos ayuda a tener que ver otras opciones para resolverlo y las bondades de esto, es tener la capacidad de poder saborear, en conciencia, cada instante de nuestra experiencia humana en total rendición.
Para terminar la reflexión, observemos un momento estas polaridades, control y descontrol, pongamos una en un extremo y la otra en el otro ¿Qué hay en medio de ellas? En ese espacio que las separa.
Los contrastes en la vida de un ser humano, son importantísimos para poder identificar y valorar una cosa de la otra y más aún las posibilidades que habitan en medio de ellas, la invitación es estar en conciencia y presencia absoluta, es la manera de gozar la rutina dentro de la cotidianeidad.
Cuando el ser humano está en su rutina robótica dejamos de disfrutar las cosas cotidianas.
P.D. La conciencia es como un día nublado, aunque en ese momento no veamos el sol sabemos que está presente, alumbrando el día.
Karen Arias
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