Soltar el control: dejar de manejar el conflicto y empezar a disolverlo por Elena Castro
- Elena Castro
- 1 may
- 3 Min. de lectura
¿Te ha pasado que estás en medio de un conflicto ya sea familiar o laboral, y tu primer impulso es pensar: “¿cómo lo manejo? ¿y ahora …qué hago? "
A mí sí. Muchas veces me pasaba y más porque todos e inclusive mi perfil de puesto dentro de la empresa decía… “habilidad de manejo de conflictos”.
Y es que nos han enseñado que hay que manejar el conflicto… como si fuera un auto que puedes controlar, girar, acelerar o frenar cuando tú quieras. Pero con el tiempo —y desde escuchar a Isabel Castellanos que desde la visión de los Tres Principios universales (Mente, Consciencia y Pensamiento) los conflictos se disuelven. Lo confieso justo en ese momento mi cabeza se agitó para desprender creencias y pausar todo lo que había escuchado referente al manejo de conflictos — y justo en ese momento me di cuenta de algo que hoy quiero compartirlo contigo…
Manejar el conflicto es tratar de controlar la situación… y eso no es lo mismo que resolverlo y mucho menos disolverlo.
Porque manejar, en el fondo es agarrar el volante para:
Tratar de controlar el conflicto.
Buscar que las cosas salgan como yo quiero.
Que la otra persona reaccione como yo espero.
Que todos los que están cerca (ya sea colaboradores, hijos, esposo o familia) vayan hacia donde yo quiero ir o hacia donde yo quiero llevarlos.
Querer que se suban al auto y me sigan, sin queja.
Pero cuando eso no pasa… viene a mí la frustración, el enojo, el “ya lo intenté todo”, y hasta llegar al estrés. Porque mientras más intentamos manejar el conflicto, más atrapados nos sentimos en él.
Así que un día, en lugar de correr a buscar la solución rápida, decidí detenerme, respirar, observar y observarme. Y ahí, justo en ese momento entendí que muchos conflictos no necesitan ser manejados…Necesitan ser disueltos.

Pero, tal vez te estes preguntando ¿a qué te refieres Elena? pues aquí va… Cuando manejo, intento llevar el problema hacia donde yo creo que debe ir. Cuando disuelvo, me abro a ver lo que realmente lo está causando.
Disolver requiere pausa, requiere hacer espacio, mirar al otro, pero también mirarme a mí.
¿Qué estoy defendiendo? ¿Qué historia me estoy contando? ¿Qué necesidad tengo de controlar? Y cuando hago esa pausa y me observo justo en el momento… empiezo a ver más claro. Hasta darme cuenta de que a veces, el conflicto no era con la otra persona. Era conmigo.
Si tú lideras un equipo, o tienes una familia, o simplemente convives con otras personas y ahí caemos ¡todos!, esta reflexión es para ti. Porque el disolver el conflicto no se trata de técnicas o herramientas complejas que se evaporan con el tiempo…se trata de un cambio de mirada, de un entendimiento de la raíz de todo conflicto.
Permíteme decirte que cuando soltamos el deseo de controlar, ganamos algo mucho más valioso: comprensión, conexión y posibilidad. Y desde ahí, sí se puede liderar, porque es liderar el conflicto desde un lugar más humano, más real, más efectivo.
Si algo de esto te hizo sentido, si te movió una idea o una emoción, te dejo esta semilla
Quizá ya estás listo para dejar de manejar… y empezar a transformar desde disolver el conflicto
Elena Castro
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